martes, 30 de noviembre de 2010

        Hoy me he despertado asustada por el despertador, como de costumbre. Siempre lo dejo en el otro lado de la habitación para tener la obligación de levantarme a apagarlo cuando suena.
Me he vestido corriendo y mientras comía una galleta a toda prisa buscaba mi bota derecha. ¡No puedo salir a la calle con un zapato solamente! Son las ocho menos cuarto y aún sigo en casa corriendo de un lado para otro como una loca. Cojo las llaves, la mochila y el bonobús, y salgo dando una carrera para evitar que se me vaya el autobús.

        Mientras esperaba que el semáforo me diese paso, observo con cara de idiota al autobús que pasa de largo.
¡Genial!, ahora toca esperar con este frío. En cinco minutos llegó el siguiente, pero el frío y las gotitas de lluvia helada ya me hacían tiritar.
Me subo al bus y va hasta la cúpula de gente. Estudiantes medio dormidos y señoras que van al ambulatorio en grupo de cinco o seis. Yo, sinceramente, no sé en qué grupo ubicarme ya que por el dolor de espalda por culpa de la mochila parezco toda una señora con sus achaques.
A los diez minutos bajo de un autobús para subir a otro y, con suerte, llegaré a la facultad en otros diez minutillos.

        Al llegar a la universidad, me dirijo al banquito donde siempre hacemos tiempo una compañera y yo hasta que empieza la clase. Llego al banco, saludo a mi amiga e inmediatamente empezamos con las risas. Nos quejamos un ratito sobre las carreras que nos pegamos todas las mañanas para ir a la facultad y entramos a clase a las 9 menos diez para coger un buen sitio... un buen sitio donde pasar desapercibidas, sí, toca latín.
Son las 9 casi y cuarto, y por fin llega el profesor con su sonrisa y su "buenos días".
Nos da la noticia de que la clase terminará media hora antes. Mi amiga y yo nos miramos sonrientes,  y rompimos en una carcajada.
No nos enteramos de que cuando hay latín a primera hora nos podemos tomar el despertar con algo más de calma.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La vuelta de Martín Fierro; versos del 4349 al 4360.

Moreno, voy a decir
sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir;
no tuvo nunca principio
ni jamás acabará.

Porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá;
y si el hombre lo divide
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta por vivir.

Martín Fierro. José Hernández.

martes, 16 de noviembre de 2010

Después de haber cursado bachillerato de ciencias de la salud, sí, estoy matriculada y cursando Filología Hispánica; y al igual que a muchos de los estudiantes, que también han estudiando esta carrera o están en proceso, me han hecho la típica pregunta de: "¿y eso para qué sirve?"

"A mí sinceramente, me sirve para ser feliz haciendo algo que me gusta", esta es mi respuesta.