Hay corazones que viven en constante otoño,
pero siento como el próximo invierno me acaricia la nuca.
Entonces miro tras el cristal y unas manos frías
han dejado sus huellas en él.
Miro al exterior con unos ojos rotos
y advierto que llueve, quizás no paró nunca,
no vi cuando comenzó, simplemente llovía.
Me he acostumbrado a ver llover.
Es una lluvia que no cala, pero deshace,
me desperdicio en cada segundo.
En cada titubeo me despilfarro,
pierdo esencia, forma y me voy por el desagüe.
Grande. Muy Grande.
ResponderEliminarAlbert
Muchas gracias, Albert.
ResponderEliminarSiempre es un placer contar con tu opinión.
Un besazo.
El poema me inspira un estado de ánimo quizá depresivo. Si es así, que sea circunstancial y rápido.
ResponderEliminarUn abrazo
llego desde el foro de losfilologossomos...
ResponderEliminarMe gusta lo que leo.
Escribe, que lo haces muy bien.
Saludos desde el Sur.