Un excursionista decidió
adentrarse en unas montañas alejadas de la civilización y dejarse llevar por
los misterios de la naturaleza. Sin más compañía que su brújula empezó a andar
por los senderos. Disfrutaba de los paisajes que se le mostraban, se acercaba a cada flor para sentir su aroma, le hacía una foto a cada
animal que se encontraba, pero después de mucho andar por la montaña comenzó a darse cuenta que
los lugares por los que pasaba no le resultaban en absoluto familiares.
Miró al sol y localizó la
posición en la que se él encontraba, el sol se estaba poniendo por el oeste, ya
estaba a punto de morir el día y él no tenía ningún sitio para resguardarse de
la noche. Observó con detenimiento a su alrededor, le parecía imposible que con su
experiencia se hubiese perdido en medio de la naturaleza.
Quedaban muy pocos minutos de luz
así que buscó con desesperación algún lugar adecuado para dormir. Mientras
corría por la hierba escuchaba el sonido silbante del viento entre las hojas de
los árboles y de pronto detrás de unos arbustos vio un agujero. Cogió unas
hojas secas y las ató a un palo, le prendió fuego y se introdujo en la cueva. Alumbró con la antorcha, se dio
cuenta que la cueva era muy grande y que poseía varios caminos que llevarían
seguramente a otras estancias.
No pudo quedarse sentado en un
lugar, de manera que se puso a caminar para explorar la cueva. La luz del fuego
iba creando figuras en las paredes y eso le inquietaba. Iba pasando de unas estancias a
otras hasta que llegó a la que parecía ser la más grande. Alzó la antorcha y
quedó fascinado de lo que estaba presenciando, eran pinturas muy antiguas, pero
eran muy perfectas. Seguía maravillado con aquellas imágenes que describían la
vida cotidiana de los que vivieron en ese lugar mucho tiempo antes.
Siguió alumbrando las paredes de
la cueva y en un rincón había una figura muy alta, era algo parecido a un
tótem, debía medir unos tres metros y estaba formado por varios animales
tallados en madera. Por la simbología que parecía encerrar el tótem y las pinturas de las paredes, quizás se encontraba pisando un suelo
donde habitaron tribus relacionadas con los chamanes.
Se acercó al tótem y fue
alumbrándolo poco a poco desde el suelo hasta donde alcanzaba su brazo, las sombras
dibujadas por el fuego le atemorizaban, pero detrás del tótem, en la pared,
apareció una sombra que se iba haciendo cada vez más grande y que no correspondía
con la silueta de aquella figura de madera.
Cuando la sombra alcanzó su
altura máxima sintió un escalofrío y la luz de la antorcha se apagó. Tenía claro que no iba a permanecer en aquella cueva ni un minuto
más y a tientas, en medio de la oscuridad, consiguió salir de la cueva.
Cuando regresó, días más tarde, a
la ciudad y me contó lo que había ocurrido, me dijo:
- Sentí que aquella sombra era el
diablo.
me encantaa!!sbabbdoboabodabf :DD leerlo ha sido como vivirlo a la par , me encanta como escribess :DD
ResponderEliminarMe gustó el texto, un saludo.
ResponderEliminarMe gustó el texto, un saludo.
ResponderEliminarPreciosa entrada y blog, ahora mismo te sigo! Pásate por el mio si te apetece :)
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