domingo, 27 de junio de 2010

Vuelvo a tener tiempo para leer.

El Asedio de Arturo Pérez-Reverte es la nueva aventura en la que me quiero sumergir.
Autor: Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena en 1951, fue reportero de guerra durante veintiún años y es autor, entre otras novelas, de El húsar, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, Territorio Comanche, La piel del tambor, La carta esférica, La Reina del Sur, Cabo Trafalgar, El pintor de batallas y Un día de cólera; y de la serie histórica Las aventuras del capitán Alatriste.
Es miembro de la Real Academia Española.



Libro: Cádiz, 1811. España lucha por su independencia mientras América lo hace por la suya. En las calles de la ciudad más liberal de Europa se libran batallas de otra índole. Mujeres jóvenes aparecen desolladas a latigazos. En cada lugar, antes del hallazgo del cadáver, ha caído una bomba francesa. Eso traza sobre la ciudad un mapa superpuesto y siniestro: un complejo tablero de ajedrez donde la mano de un jugador oculto -un asesino despiadado, el azar, las curvas de artillería, la dirección de los vientos, el cálculo de probabilidades- mueve piezas que deciden y entrelazan el destino de los protagonistas: un policía corrupto y brutal, la heredera de una importante casa comercial gaditana, un capitán corsario de pocos escrúpulos, un taxidermista misántropo y espía, un curtido guerrillero de las salinas y un excéntrico artillero francés a quien las guerras importan menos que resolver el problema técnico del corto alcance de sus obuses.

sábado, 26 de junio de 2010

Había una vez un circo.

No puedo evitar sentirme como una marioneta cuando escucho, veo o incluso digo algo.
Estamos desvirtuando la expresión "ser uno mismo", estamos siendo lo que los demás quieren que seamos.

Me canso de dar un paso tras otro y tener que mirar la expresión en el rostro de la gente para comprobar si lo estoy haciendo bien o mal y poder continuar.
Estoy cansada de tener que callarme la mitad de lo que pienso sólo porque a algunas personas no les gusta.
Estoy harta, al igual de muchos de ustedes, de ser movida por hilos desde arriba.
Cojamos las tijeras y empecemos a cortarlos.

miércoles, 23 de junio de 2010

El billar de la vida.

Nacer, crecer, relacionarse, reproducirse y morir.
La vida con mayúsculas debe ser algo más que un ciclo biológico.

Me gusta convertir todo lo que hago en un juego, algo así como una partida de billar. El momento en que golpeas la bola blanca pasa a ser el punto de partida.

Al introducir con habilidad una de las bolas, ya sea lisa o rayada, en uno de los agujeros hemos marcado el curso de la partida, al igual que las decisiones van clareando u oscureciendo nuestro caminar.

La palabra exacta es VIVIR; siente, ríe, llora, decide y disfruta como si no hubiese mañana. Convierte todo en un juego y realiza la partida de tu vida. Ve agotando las bolas de tu billar dejando la bola negra hasta el final. Si llegas a ella ganaste el juego. Siéntete orgulloso/a de la partida que realizaste porque la bola negra marca el fin igual que la muerte oscura nos quitará la idea de una posible revancha.

lunes, 21 de junio de 2010

Ese fuego es su alimento.

Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla.
Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos de humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.
Laura Esquivel. Como agua para chocolate.

José Saramago nos ha dejado.


JOSÉ SARAMAGO, DESCANSE EN PAZ.

"….a decir verdad, nosotros, los humanos, no podemos hacer mucho más que sacarle la lengua al verdugo que nos va a cortar la cabeza, será por eso que siento una enorme curiosidad por saber cómo va a salir del lío en que está metida, con esa carta que va y viene y de ese violonchelista que ya no podrá morir a los cuarenta y nueve porque ya ha cumplido los cincuenta. La muerte hizo un gesto de impaciencia, se sacudió bruscamente del hombro la mano fraternal con la que la consolábamos y se levantó de la silla. Ahora parecía más alta, con más cuerpo, una señora muerte como debe ser, capaz de hacer temblar el suelo bajo sus pies, con la mortaja arrastrando y levantando humo a cada paso. La muerte está enfadada. Es el momento de sacarle la lengua." (J.Saramago. Las intermitencias de la muerte).

"El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciendonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavia no somos un caso perdido." (J.Saramago. El hombre duplicado).